domingo, 16 de octubre de 2011

15.- Aisla a la víctima.


Una persona aislada es débil. Al aislar lentamente a tus víctimas, las vuelves más vulnerables
a tu influencia. Su aislamiento puede ser psicológico: llenando su campo de visión con la grata
atención que les prestas, sacas todo lo demás de su mente. Ven y piensan sólo en ti El
aislamiento también puede ser físico: aléjalas de su medio normal (amigos, familia, casa).
Hazlas sentirse marginadas, en el limbo: que dejan un mundo atrás y entran a otro. Una vez
apartadas de esa manera, carecen de apoyo externo, y en su confusión será fácil descarriarlas.
Haz caer al seducido en tu guarida, donde nada le es familiar.
AISLAMIENTO: EL EFECTO EXÓTICO.
A principios del siglo V a.G, Fu Chai, el rey chino de Wu, derrotó a su gran enemigo,
Kou Chien, el rey de Yueh, en una serie de batallas. Kou Chien fue capturado y
obligado a servir como mozo en los establos de Fu Chai. Finalmente se le permitió
volver a su país, pero cada año tenía que pagar un cuantioso tributo en dinero y
regalos a Fu Chai. Al paso de los años, este tributo aumentó, así que el reino de Wu
prosperó y Fu Chai se hizo rico.
Un año Kou Chien envió una delegación a Fu Chai: quería saber si aceptaría como
regalo dos hermosas doncellas como parte del tributo. Fu Chai sintió curiosidad, y
aceptó el ofrecimiento. Las mujeres llegaron días después, en medio de gran
expectación, y el rey las recibió en su palacio. Ambas se acercaron al trono: estaban
magníficamente peinadas, al estilo llamado de "nubarrones", ornadas con aderezos de
perlas y plumas de martín pescador. Cuando caminaban, los pendientes de jade que
colgaban de sus corsés hacían el más delicado de los sonidos. El aire se llenó de un
perfume exquisito. El rey se sintió extremadamente complacido. La belleza de una de
las jóvenes superaba con mucho a la de la otra; se llamaba Hsi Shih. Miraba al rey a los
ojos sin traza de timidez; de hecho, era segura y coqueta, algo que él no estaba
acostumbrado a ver en muchachas de su edad.
Fu Chai demandó festividades para conmemorar la ocasión. Los salones del palacio se
llenaron de bullangueros; exaltada por el vino, Hsi Shih bailó ante el rey. Cantó, y su
voz era bella. Recostada en un sofá de jade blanco, parecía una diosa. El rey no pudo
separarse de su lado. Al día siguiente fue tras ella a todas partes. Para su sorpresa, era
ingeniosa, aguda y culta, y podía citar a los clásicos mejor que él. Cuando tenía que
dejarla para ocuparse de sus asuntos reales, su mente rebosaba con su imagen. Pronto
la llevaba consigo a sus reuniones, y le pedía consejo sobre materias importantes. Ella
le dijo que escuchara menos a sus ministros; él era más sabio que ellos, y su juicio
superior.
El poder de Hsi Shih aumentaba día con día. Pero ella no era fácil de complacer: si el
rey no le concedía alguno de sus deseos, sus ojos se anegaban en lágrimas, y a él se le
ablandaba el corazón y se rendía. Un día ella le rogó que le erigiera un palacio fuera de
la capital. El la complació, por supuesto. Y cuando visitó el palacio, su magnificencia le
asombró; aunque él lo había pagado todo, Hsi Shih lo había llenado de los accesorios
más extravagantes. Los jardines con-tenían un lago artificial con puentes de mármol
que lo cruzaban. Fu Chai pasaba ahí cada vez más tiempo, sentado junto a un estanque
viendo peinarse a Hsi Shih, con el estanque por espejo. La veía jugar con sus aves, en
sus jaulas enjoyadas, o simplemente caminar por el palacio, porque se movía como un
sauce en la brisa. Pasaron los meses; él permanecía en el palacio. Se ausentaba de
reuniones, ignoraba a sus familiares y amigos, descuidaba sus funciones públicas.
Perdió la noción del tiempo. Cuando llegó una delegación para hablar con él de
asuntos urgentes, estaba desmasiado distraído para escuchar. Si algo que no fuera Hsi
Shih ocupaba su tiempo, le inquietaba sobremanera que ella se enojara.
Finalmente llegó hasta él la noticia de una crisis en ascenso: la fortuna que había
gastado en el palacio había arruinado el tesoro, y el pueblo no estaba contento. Regresó
a la capital, pero ya era demasiado tarde: un ejército del reino de Yueh había invadido
Wu, y llegado a la capital. Todo estaba perdido. Fu Chai no tuvo tiempo de reunirse
con su amada Hsi Shih. En vez de dejarse capturar por el rey de Yueh, el hombre que
alguna vez había servido en sus establos, se suicidó.
Jamás imaginó que Kou Chien había tramado esta invasión durante años, y que la
elaborada seducción de Hsi Shih había sido la principal parte de su plan.
Interpretación. Kou Chien quería cerciorarse de que su invasión de Wu no fracasara.
Su enemigo no eran los ejércitos de Fu Chai, ni la riqueza y recursos de éste, sino su
mente. Si podía distraerlo por completo, llenar su mente de algo distinto a los asuntos
de Estado, caería como fruto maduro.
Kou Chien buscó a la doncella más hermosa de su reino. Durante tres años la educó en
todas las artes: no sólo canto, baile y caligrafía, sino también a vestir, hablar, ser
coqueta. Y funcionó: Hsi Shih no dio a Fu Chai momento de reposo. Todo en ella era
exótico y desconocido. Cuanta mayor atención prestaba él a su cabellera, su ánimo, sus
miradas, la forma en que se movía, menos pensaba en la diplomacia y la guerra. Había
enloquecido.
Hoy todos somos monarcas que protegemos el reino diminuto de nuestra vida,
agobiados por toda suerte de responsabilidades, rodeados de ministros y asesores. Un
muro se forma a nuestro alrededor: somos inmunes a la influencia de los demás,
porque estamos muy preocupadas. Como Hsi Shih, entonces, debes alejar a tus
objetivos, con delicadeza y lentitud, de los asuntos que ocupan su mente. Y lo que
mejor los hace salir de sus castillos es el aroma de lo exótico. Ofréceles algo
desconocido que les fascine y mantendrás su atención. Sé diferente en tu actitud y
apariencia, y envuélvelos poco a poco en ese diferente mundo tuyo. Descontrola a tus
blancos con insinuantes cambios de ánimo. No te preocupes de que el desorden que
representas los ponga emotivos: ésta es una señal de su debilidad creciente. La mayoría
de las personas son ambivalentes: por un lado se sienten a gusto con sus hábitos y
deberes, pero por el otro están aburridas, y listas para cualquier cosa que parezca
exótica, que semeje provenir de otra parte. Podrían oponerse o tener dudas, pero los
placeres exóticos son irresistibles. Cuanto más logres llevarlos a tu mundo, más débiles
se volverán. Y como el rey de Wu, cuando se den cuenta de lo ocurrido, ya será
demasiado tarde.
AISLAMIENTO: EL EFECTO "SÓLO TÚ".
En 1948, la actriz Rita Hayworth, de veintinueve años, conocida como la Diosa del
Amor de Hollywood, pasaba por un mal momento en su vida. Su matrimonio con
Orson Welles se disolvía, su madre había muerto y su carrera parecía estancada. Ese
verano se fue a Europa. Welles estaba en Italia entonces, y en el fondo ella soñaba con
una reconciliación.
Rita hizo una primera escala en la Costa Azul. Le llovieron invitaciones, en particular
de hombres ricos, porque en ese tiempo se le consideraba la mujer más hermosa del
mundo. Aristóteles Onassis y el sha de Irán le hablaban por teléfono casi todos los días,
suplicándole una cita. Ella los rechazaba a todos. Días después de su arribo recibió una
invitación de Elsa Maxwell, la anfitriona de la alta sociedad, quien daría una pequeña
fiesta en Cannes. Rita se rehusó, pero Maxwell insistió, diciéndole que se comprara un
vestido nuevo, llegara un poco tarde e hiciera una entrada grandiosa.
Rita accedió, y llegó a la fiesta con un vestido griego blanco, el rojo cabello derramado
sobre sus hombros desnudos. Fue recibida por una reacción a la que ya estaba
acostumbrada: todas las conversaciones se interrumpieron mientras hombres y mujeres
daban vuelta en sus ! sillas, ellos mirando sorprendidos, ellas celosas. Un hombre se
apresuró a colocarse a su lado y la acompañó a su mesa. Era el príncipe Alí Kan, de
treinta y siete años, hijo del Aga Kan III, el líder mundial de la secta ismailita islámica y
uno de los hombres más ricos del mundo. Rita había sido prevenida contra Alí Kan,
conocido libertino. Para su consternación, se les sentó juntos, y él jamás se separó de su
lado. Le hizo millones de preguntas: sobre Hollywood, sus intereses y demás. Ella
empezó a relajarse un poco, y a abrirse. Ahí había otras mujeres hermosas, princesas,
actrices, pero Alí Kan las ignoró a todas, conduciéndose como si Rita fuera la única
mujer en el lugar. La llevó a bailar; y aunque él era un bailarín experto, ella se sintió
incómoda: Alí la mantuvo un poco demasiado cerca. Aun así, cuando le ofreció llevarla
de regreso a su hotel, ella aceptó. Atravesaron a toda velocidad la Grande Comiche; era
una noche hermosa. Durante la velada, Rita había podido olvidarse de sus muchos
problemas, y estaba agradecida, pero seguía enamorada de Weiles, y una aventura con
un libertino como Alí Kan no era lo que necesitaba.
Alí Kan tenía que hacer un viaje de negocios por unos días; pidió a Rita permanecer en
la Costa Azul hasta su regreso. Mientras estuvo fuera, él le telefoneaba constantemente.
Cada mañana llegaba un gigantesco ramo de flores. Por teléfono él parecía
particularmente enfadado de que el sha de Irán se empeñara tanto en verla, y le hizo
prometer que no se presentaría a la cita a la que finalmente había accedido. En ese
lapso, una gitana visitó el hotel, y Rita aceptó que le leyera la suerte. "Estás a punto de
iniciar el mayor romance de tu vida", le dijo la gitana. "El es alguien a quien ya
conoces... Debes ceder y entregarte a él por completo. Sólo así encontraras por fin la
felicidad." Sin saber quién podía ser ese hombre, Rita, quien tenía debilidad por el
ocultismo, decidió prolongar su estancia. Alí Kan volvió; le dijo que su cháteau con
vista al Mediterráneo era el lugar perfecto para huir de la prensa y olvidar sus
problemas, y que él se comportaría. Ella cedió. La vida en el cháteau era como un
cuento de hadas: cada vez que Rita volteaba, los ayudantes indios de él estaban ahí
para satisfacer hasta su menor deseo. En la noche, él la llevaba a su enorme salón,
donde bailaban completamente solos. ¿Era él acaso el hombre al que la adivina se había
referido?
Alí Kan invitó a sus amigos a conocerla. Entre esa extraña compañía, ella se sintió sola
otra vez, y deprimida; decidió dejar el cháteau. Justo entonces, como si le hubiera leído
la mente, Alí Kan la llevó a España, el país que más gustaba a Rita. La prensa se enteró
del romance, y comenzó a perseguirlos en España: Rita tenía una hija con Weiles, ¿era
ésa la manera de comportarse de una madre? La fama de Alí Kan no ayudaba, pero él
se mantuvo a su lado, protegiéndola de la prensa lo mejor que pudo. Ella estaba
entonces más sola que nunca, y dependía por completo de él.
Casi al final del viaje, Alí Kan le propuso matrimonio. Rita lo rechazó; no creía que él
fuera el tipo de hombre con quien se casa una mujer. El la siguió a Hollywood, donde
sus amigos de antaño fueron con ella menos amigables que de costumbre. Gracias a
Dios ella tenía a Alí Kan para ayudarla. Un año después sucumbió al fin: abandonó su
carrera, se mudó al cháteau de Alí Kan y se casó con él.
¡Niña, hermana mía, \ Piensa en la dulzura \ De vivir juntos muy lejos! \ ¡Amar a placer, \ Amar y
morir \ En sitio a ti semejante! \ Los húmedos soles, \ Los
Interpretación. Como muchos otros hombres, Alí Kan se enamoró de Rita Hayworth
en cuanto vio la película Gilda, en 1948. Decidió seducirla a como diera lugar. Tan
pronto como se enteró de que ella iría a la Costa Azul, consiguió que su amiga Elsa
Maxwell la atrajera a la fiesta y la sentara junto a él. El sabía de su rompimiento
matrimonial, y de lo vulnerable que ella estaba. Su estrategia fue borrar de la mente de
Rita todo lo demás que había en su mundo: problemas, otros hombres, sospechas de él
y sus motivos, etcétera. Su campaña comenzó con el despliegue de un intenso interés
en su vida: constantes llamadas telefónicas, flores, regalos, todo para mantenerse en su
mente. Usó a la adivina para que sembrara la semilla. Cuando Rita empezó a
enamorarse de él, la presentó con sus amigos, sabiendo que se sentiría extraña entre
ellos, y por tanto dependiente de él. Su dependencia se acentuó con el viaje a España,
donde ella estaba en territorio deseconocido, sitiada por reporteros, y obligada a
aferrarse a él en busca de ayuda. Alí Kan terminó por dominar poco a poco sus
pensamientos. Donde ella mirara, ahí estaba él. Finalmente sucumbió, por debilidad y
el halago a su vanidad que la atención de él representaba. Bajo su hechizo, Rita olvidó
su horrible fama, renunciando a las sospechas que eran lo único que lo protegía de él.
No era la riqueza o apariencia de Alí Kan lo que hacía de él un gran seductor. En
realidad no era muy apuesto, y su riqueza era más que neutralizada por su mala fama.
Su éxito era estratégico: aislaba a sus víctimas, operando tan lenta y sutilmente que
ellas no se daban cuenta. La intensidad de su atención hacía que una mujer sintiera
que, a sus ojos, en ese momento, ella era la única mujer del mundo. Este aislamiento se
experimentaba como placer; la mujer no reparaba en su creciente dependencia, en
cómo la forma en que él llenaba su mente con su atención la aislaba poco a poco de sus
amigos y su medio. Su natural desconfianza del hombre era ahogada por el
embriagador efecto de él en el ego de ella. Alí Kan encubría casi siempre la seducción
llevando a la mujer a un lugar encantado del orbe, que él conocía bien pero en el que
ella se sentía perdida.
No des tiempo ni espacio a tus blancos para preocuparse, desconfiar o resistirse.
Inúndalos de la clase de atención que deja fuera todos los pensamientos,
preocupaciones y problemas. Recuerda: en secreto, la gente anhela ser descarriada por
alguien que sabe adonde va. Puede ser un placer soltarse, e incluso sentirse ailsado y
débil, si la seducción se lleva a cabo pausada y garbosamente.
Llévalos a un punto del que no puedan salir, y morirán antes de poder escapar.
—Sun-Tzu.
CLAVES PARA LA SEDUCCIÓN.
Quienes te rodean pueden parecer fuertes, y más o menos al mando de su vida, pero
eso es una mera fachada. En el fondo, la gente es más frágil de lo que dice. Lo que la
hace parecer fuerte es la serie de nidos y redes de seguridad que la envuelven: sus
amigos, sus familiares, sus rutinas diarias, lo que le da una sensación de continuidad,
seguridad y control. Muévele repentinamente el tapete y déjala sola en un país
extranjero, donde las señales conocidas han desaparecido o cambiado, y verás a una
persona distinta.
Un objetivo fuerte y asentado es difícil de seducir. Pero aun las personas fuertes
pueden volverse vulnerables si te es posible aislarlas de sus nidos y redes de
seguridad. Borra de su mente a sus amigos y familiares con tu presencia constante,
aléjalas del mundo al que están acostumbradas y llévalas a lugares que no conocen.
Haz que pasen tiempo en tu entorno. Perturba deliberadamente sus hábitos, haz que
hagan cosas que nunca han hecho. Se emocionarán, lo que te facilitará descarriarlas.
Encubre todo esto bajo la forma de una experiencia placentera, y un día tus objetivos
despertarán distanciados de todo lo que normalmente los conforta. Entonces se
volverán a ti en busca de ayuda, como un niño que llama a su madre cuando las luces
se apagan. En la seducción, como en la guerra, el objetivo aislado es débil y vulnerable.
En Clarissa, de Samuel Richardson, escrita en 1748, el libertino Lovelace intenta
seducir a la hermosa protagonista de la historia. Clarissa es joven, virtuosa y muy
protegida por su familia. Pero Lovelace es un seductor intrigante. Primero corteja a la
hermana de Clarissa, Arabella. La boda entre ellos parece probable. De pronto desvía
su atención a Clarissa, explotando la rivalidad entre las hermanas para poner furiosa a
Arabella, El hermano de ambas, James, se molesta por el cambio de sentimientos de
Lovelace; pelea con él y resulta herido. La familia entera protesta airadamente, unida
contra Lovelace, quien, sin embargo, logra hacer llegar cartas a escondidas a Clarissa, y
la visita cuando está en casa de una amiga. La familia lo descubre, y la acusa de
deslealtad. Clarissa es inocente; no ha alentado las cartas ni visitas de Lovelace. Pero
entonces sus padres están resueltos a casarla, con un viejo rico. Sola en el mundo, a
punto de ser desposada con un hombre que considera repulsivo, se vuelve a Lovelace
como el único que puede salvarla del desastre. Al final él la rescata llevándola a
Londres, donde ella puede escapar de su temido matrimonio, pero donde también está
irremediablemente aislada. En esas circunstancias, sus sentimientos por él se suavizan.
Todo esto ha sido magistralmente orquestado por el propio Lovelace: la agitación en la
familia, la final separación de Clarissa de ella, todo el escenario.
Tus peores enemigos en una seducción suelen ser los familiares y amigos de tus
objetivos. Ellos están fuera de tu círculo y son inmunes a tus encantos; pueden brindar
la voz de la razón al seducido. Trabaja callada y sutilmente para alejar de ellos al
objetivo. Insinúa que están celosos de la buena suerte de tu blanco al encontrarte, o que
son figuras paternas que han perdido el gusto por la aventura. Este último argumento
es sumamente eficaz con los jóvenes, cuya identidad se halla en cambio permanente y
quienes están más que dispuestos a rebelarse contra cualquier figura de autoridad, en
particular sus padres. Tú representas pasión y vida; los amigos y los padres, hábito y
aburrimiento.
En La tragedia de Ricardo III, de Shakespeare, Ricardo, siendo aún duque de
Gloucester, ha asesinado al rey Enrique VI y a su hijo, el príncipe Eduardo. Poco
después acosa a Lady Ana, la viuda del príncipe, quien sabe lo que él ha hecho con los
dos hombres más cercanos a ella, y quien lo odia tanto como puede hacerlo una mujer.
Pero Ricardo intenta seducirla. Su método es simple: le dice que lo que hizo, lo hizo
por amor a ella. No quería que hubiera nadie en su vida más que él. Sus sentimientos
eran tan intensos que lo empujaron a matar. Claro que Lady Ana no sólo se opone a
esta línea de razonamiento, sino que aborrece a Ricardo. Pero él persiste. Ana se
encuentra en un momento de extrema vulnerabilidad: sola en el mundo, sin nadie que
la apoye, en el colmo de la aflicción. Increíblemente, las palabras de él empiezan a tener
efecto.
El asesinato no es una táctica de seducción, pero el seductor ejecuta una suerte de
homicidio, de orden psicológico. Nuestras relaciones pasadas son una barrera en el
presente. Aun las personas que dejamos atrás pueden seguir influyendo en nosotros.
Como seductor, se te pondrá contra el pasado, se te comparará con pretendientes
anteriores, y quizá se te juzgue inferior. No permitas que las cosas lleguen a ese punto.
Desplaza el pasado con tus atenciones presentes. De ser necesario, busca la forma de
desacreditar a los amantes previos, sutilmente o no, dependiendo de la situación.
Incluso llega al extremo de abrir viejas heridas, haciendo sentir a tu víctima antiguos
dolores y ver en contraste cuan mejor es el presente. Cuanto más puedas aislarla de su
pasado, más se sumergerá contigo en el presente.
El principio del aislamiento puede aplicarse literalmente arrebatando al objetivo a un
lugar exótico. Este era el método de Alí Kan: una isla apartada era lo óptimo, y en
realidad las islas, alejadas del resto del mundo, siempre se han asociado con la
búsqueda de placeres sensuales. El emperador romano Tiberio se entregó a la
disipación una vez que hizo su casa en la isla de Capri. El peligro del viaje es que tus
objetivos están íntimamente expuestos a ti; así es difícil mantener un Irire de misterio.
Pero si los llevas a un sitio suficientemente tentador para distraerlos, les impedirás
fijarse en cualquier cosa banal de tu carácter. Cleopatra indujo a Julio César a hacer un
viaje por el Nilo. Al Introducirse en Egipto, él se aisló más de Roma, y Cleopatra fue
aún más seductora. Natalie Barney, la seductora lésbica de principios del siglo XX, tuvo
una aventura en episodios recurrentes con la poeta Renée Vivien; para recuperar su
afecto, la llevó a un viaje a la isla de Lesbos, sitio que Natalie había visitado muchas
veces. Al hacerlo, no sólo aisló a Renée, sino que también la desarmó y distrajo con las
asociaciones de ese lugar, hogar de la legendaria poeta lésbica Safo. Vivien empezó a
imaginar incluso que Natalie era la propia Safo. No lleves a cualquier parte al blanco;
elige el sitio con las asociaciones más eficaces.
El poder seductor del aislamiento va más allá del reino sexual. Cuando nuevos
miembros se sumaban al círculo de devotos seguidores de Mahatma Gandhi, se les
alentaba a cortar sus lazos con el pasado: con su familia y amigos. Este tipo de renuncia
ha sido un requisito de muchas sectas religiosas a través de los siglos. La gente que se
aisla de este modo es mucho más vulnerable a la influencia y la persuasión. Un político
carismático nutre, y aun alienta, la sensación de distanciamiento de la gente. John F.
Kennedy causó sensación de esta manera al desacreditar sutilmente los años de
Eisenhower; la comodidad de la década de 1950, dio a entender, comprometía los
ideales de Estados Unidos, invitó a los estadunidenses a acompañarlo a una nueva
vida, en una "Nueva Frontera", llena de peligro y emoción. Este fue un señuelo
extraordinariamente seductor, en particular para los jóvenes, los más entusiastas
partidarios de Kennedy.
Por último, en algún momento de la seducción debe haber una pizca de peligro en la
mezcla. Tus blancos deberían sentir que ganan una gran aventura al seguirte, pero
también que pierden algo: una parte de su pasado, su apreciada comodidad. Alienta
activamente estas sensaciones ambivalentes. Un elemento de temor es el sazón
apropiado; aunque demasiado temor resulta extenuante, en pequeñas dosis nos hace
sentir vivos. Como lanzarse de un avión, eso es excitante, estremecedor, tanto como un
poco alarmante. Y la única persona ahí para interrumpir la caída, o atajar a la víctima,
eres tú.
Símbolo. El flautista. Alegre amigo con su capa roja y amarilla, saca de casa a los
niños con los deleitosos sonidos de su flauta. Encantadas, ellos no advierten lo lejos
que caminan, que dejan atrás a su familia. Ni siquiera reparan en la cueva en que al
final los mete, y que cierra tras ellos para siempre.
REVERSO.
Los riesgos de esta estrategia son simples: aisla a alguien demasiado pronto e inducirás
una sensación de pánico, que podría terminar en la fuga del objetivo. El aislamiento
que practiques debe ser gradual, y disfrazarse de placer: el placer de conocerte,
dejando al mundo atrás. En cualquier caso, algunas personas son demasiado frágiles
para ser desprendidas de su base de apoyo. La gran cortesana moderna Pamela
Harriman tenía una solución para este problema: aislaba a sus víctimas de su familia,
sus esposas pasadas o presentes, y en sustitución de esas antiguas relaciones
instauraba rápidamente nuevas comodidades para sus amantes. Los colmaba de
atenciones, satisfaciendo cada una de sus necesidades. En el caso de Averell Harriman,
el multimillonario con quien finalmente se casaría, ella estableció literalmente un
nuevo hogar, sin asociaciones con el pasado y lleno de los placeres del pre-senté. Es
insensato mantener demasiado tiempo en vilo al seducido, sin nada conocido ni
cómodo a la vista. Remplaza las cosas familiares de las que lo has desprendido por un
nuevo hogar, una nueva serie de comodidades.

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