domingo, 16 de octubre de 2011

11. Las víctimas del seductor: Los dieciocho tipos.


Todas las personas que te rodean son posibles víctimas de seducción, pero antes debes saber
con qué tipo de víctima tratas. Las víctimas se clasifican según lo que creen que les falta en
la vida: aventura, atención, romance, una experiencia osada, estimulación mental o física,
etcétera. Una vez que identifiques su tipo, tienes los ingredientes necesarios para la
seducción: serás quien les dé lo que les falta y no pueden obtener por sí mismas. Al estudiar a
posibles víctimas, aprende a ver la realidad más allá de la apariencia. Una persona tímida
podría anhelar ser estrella; una mojigata?, ansiar una emoción transgresora. Nunca
intentes seducir a alguien de tu mismo tipo.
TEORÍA DE LA VÍCTIMA.
Nadie en este mundo se siente pleno y completo. Todos sentimos algún vacío en nuestro
carácter, algo que necesitamos o queremos ero que no podemos conseguir por nosotros mismos.
Cuando nos enamoramos, por lo general es de alguien que parece llenar ese vacío. Este proceso
suele ser inconsciente y depender de la fortuna: confiamos en que la persona indicada se cruzará
en nuestro camino, y cuando nos enamoramos de ella esperamos que corresponda a nuestro
amor. Sin embargo, el seductor no deja estas cosas al azar.
Examina a la gente que te rodea. Olvida su fachada social, sus rasgos de carácter obvios; ve más
allá y fíjate en los vacíos, las piezas faltantes en su psique. ¡Esta es la materia prima de la
seducción. Presta especial atención a su ropa, sus gestos, sus comentarios casuales, las cosas de
su casa, ciertas miradas; hazla hablar de su pasado, en particular de sus romances. Y poco a
poco saldrá a la vista el contorno de esas piezas faltantes. Comprende: las personas emiten
constantes señales de lo que les falta. Anhelan plenitud, sea ilusoria o real; y si ésta tiene que
venir de otro individuo, él ejerce tremendo poder en ellas. Podríamos llamarlas víctimas de la
seducción, aunque casi siempre son víctimas voluntarias.
En este capítulo se describirán los dieciocho tipos de víctimas, cada uno de los cuales presenta
una carencia dominante. Aunque tu objetivo bien podría revelar rasgos de más de un tipo,
usualmente se asocian por una necesidad común. Alguien podría parecerte tanto nuevo mojigato
como estrella en decadencia, pero lo común en ambos tipos es una sensación de represión y, en
consecuencia, el deseo de ser osado, junto con el temor de no poder o no atreverse a hacerlo. Al
identificar el tipo de tu víctima, ten cuidado de no engañarte con las apariencias. Lo mismo en
forma deliberada que inconsciente, solemos desarrollar una fachada social específicamente
ideada para disfrazar nuestras debilidades y carencias. Por ejemplo, tú podrías creer que tratas
con alguien duro y cínico, sin darte cuenta de que en el fondo tiene un corazón muy sensible, y
que en secreto suspira por romance. Y a menos que identifiques su tipo y las emociones que
esconde bajo su rudeza, perderás la oportunidad de seducirlo. Más todavía: abandona el feo
hábito de creer que otros presentan las mismas carencias que tú. Quizá implores confort y
seguridad; pero si los das a otra persona porque supones que también los necesita, es muy
probable que la asfixies y ahuyentes.
Jamás trates de seducir a alguien de tu mismo tipo. Serán como dos rompecabezas a los que les
faltan las mismas piezas.
LOS DIECIOCHO TIPOS.
El libertino o la sirena reformados. Las personas de este tipo fueron alguna vez seductores
despreocupados que hacían lo que querían con el sexo opuesto. Pero llegó el día en que se
vieron obligados a renunciar a eso: alguien los acorraló en una relación, tropezaron con
demasiada hostilidad social, se hicieron viejos y decidieron sentar cabeza. Cualquiera que haya
sido la razón, puedes estar seguro de que experimentan cierto rencor y una sensación de pérdida,
como si les faltara un brazo o una pierna. Siempre intentamos recuperar los placeres que
vivimos en el pasado, pero esta tentación es particularmente grande para el Libertino o la sirena
reformados, porque los placeres que hallaron en la seducción fueron intensos. Estos tipos están
listos para su cosecha: basta que te cruces en su camino y les des la oportunidad de recobrar sus
costumbres libertinas o de sirena. Les hervirá la sangre, y el llamado de su juventud los
abrumará.
Sin embargo, es crucial hacer sentir a estos tipos que son ellos los que realizan la seducción. En
el caso del libertino reformado, debes incitar su interés de modo indirecto, y luego dejarlo arder
y rebosar de deseo. A la sirena reformada debes darle la impresión de que aún posee el
irresistible poder de atraer a un hombre y de hacerlo dejar todo por ella. Recuerda que lo que les
ofreces a estos tipos no es otra relación, otra restricción, sino la oportunidad de huir de su corral
y divertirse un poco. No te desanimes si tienen pareja; un compromiso preexistente suele ser el
complemento perfecto. Si lo que quieres es atraparlos en una relación, ocúltalo lo mejor que
puedas y entiende que quizá eso no será posible. El libertino o la sirena es infiel por naturaleza;
tu capacidad para incitar antiguas sensaciones te da poder, pero tendrás que vivir con las
consecuencias de su irresponsabilidad.
La soñadora desilusionada. De niños, los individuos de este tipo probablemente pasaron mucho
tiempo solos. Para entretenerse, inventaron una convincente vida de fantasía, nutrida por libros,
películas y otros elementos de la cultura popular. Pero al crecer, cada vez les es más difícil
conciliar su vida de fantasía con la realidad, así que a menudo les decepciona lo que tienen. Eso
es particularmente cierto en las relaciones. Estos individuos soñaron con personajes románticos,
peligros y emociones, pero lo que tienen es un amante con flaquezas humanas, las pequeñas
debilidades de la vida diaria. Al paso de los años, podrían forzarse a transigir, pues de lo
contrario se quedarían solos; pero bajo la superficie están amargados, y siguen ansiando
algo grandioso y romántico.
Puedes reconocer a este tipo de víctima por los libros que lee y las películas que va a ver, la
forma en que escucha cuando le cuentan , aventuras reales que algunos logran vivir. En su
ropa y mobiliario se dejará ver un gusto por el drama o romance exuberante. A menudo
está atrapado en relaciones monótonas, y ciertos comentarios aquí y allá revelarán su
desilusión y tensión interior.
Estas personas pueden ser víctimas excelentes y satisfactorias. Primero, por lo general
tienen una enorme pasión y energía reprimidas, que tú puedes liberar y dirigir hacia ti.
También tienen mucha imaginación, y responderán a cualquier cosa vagamente misteriosa
o romántica que les ofrezcas. Lo único que debes hacer es ocultar ante ellas algunas de tus
cualidades menos elevadas, y concederles una parte de su sueño. Esta podría ser su
oportunidad de hacer realidad sus aventuras o de ser cortejadas por un espíritu cortés. Si
les das una parte de lo que quieren, ellas imaginarán el resto. No permitas por ningún
motivo que la realidad destruya la ilusión que has creado. Un momentó de mezquindad y
esta gente se irá, más amargamente desilusionada que nunca.
La alteza, mimada. Estas personas fueron las clásicas niñas consentídas. Un padre o madre
amantísimos satisfacían todos sus gustos y deseos: diversiones interminables, un desfile de
juguetes, cualquier cosa que los tuviera felices uno o dos días. Mientras que muchos niños
aprenden a entretenerse solos, inventando juegos y buscando amigos, a las altezas
mimadas se les enseña que los demás están para divertirlas. Tantas contemplaciones las
vuelven perezosas, y cuando crecen y el padre o la madre ya no está ahí para consentirlas,
tienden a aburrirse y alterarse. Su solución es buscar placer en la variedad, Basar
rápidamente de una persona a otra, un trabajo a otro, un lugar a otro antes de que
aparezca el aburrimiento. Las relaciones no les sientan bien, porque en ellas son
inevitables el hábito y la rutina. Pero su incesante búsqueda de variedad les cansa, y tiene
un precio: problemas de trabajo, una sarta de romances insatisfactorios, amigos dispersos
por todo el mundo. No confundas su inquietud e infidelidad con la realidad: lo que el
príncipe o la princesa mimados en verdad buscan es una persona, la figura paterna o
materna, que les siga dando los mimos que imploran.
Para seducir a este tipo de víctima, prepárate para brindar mucha distracción: nuevos
lugares por visitar, experiencias inusitadas, color, espectáculo. Tendrás que mantener un
aire de misterio, sorprendiendo sin cesar a tu objetivo con un nuevo lado de tu carácter. La
variedad es la clave. Una vez que las altezas mimadas caen en la trampa, es más fácil
lograr que dependan de ti y reduzcas tu esfuerzo. A menos que los mimos de la infancia lo
haya vuelto demasiado pesado y perezoso, este tipo es una víctima excelente: te será, tan leal
como alguna vez lo fue con mamá o papá. Pero tú tendrás que hacer gran parte del trabajo. Si
buscas una relación prolongada, ocúltalo. Ofrece a una alteza mimada seguridad a largo plazo e
inducirás una huida de pánico. Reconoce a este tipo por la turbulencia de su pasado —cambios
de trabajo, viajes, relaciones de corto plazo— y por el aire de aristocracia, más allá de la clase
social, que se desprende de haber sido tratado alguna vez a cuerpo de rey.
La nueva mojigata. La mojigatería sexual todavía existe, aunque es menos común que antes.
Pero la gazmoñería no se reduce al sexo; un mojigato es alguien demasiado preocupado por las
apariencias, por lo que la sociedad considera conducta apropiada y aceptable. Los mojigatos
permanecen dentro de los estrictos límites de lo correcto, porque temen más que nada al juicio
de la sociedad. Vista bajo esta luz, la mojigatería es hoy tan frecuente como siempre.
Al nuevo mojigato le preocupan sobremanera las normas de bondad, justicia, sensibilidad
política, buen gusto, etcétera. Pero lo que caracteriza al nuevo mojigato tanto como al antiguo es
que en el fondo le excitan e intrigan los vergonzosos placeres transgresores. Atemorizado por
esta atracción, corre en sentido contrario, y se vuelve el más correcto de todos. Tiende a vestir
con colores apagados; jamás correría riesgos de moda, desde luego. Puede ser muy sentencioso
y crítico de quienes asumen riesgos y son menos correctos. También es adicto a la rutina, lo que
le proporciona un medio para aplastar su turbulencia interior.
A los nuevos mojigatos les oprime en secreto su corrección y anhelan transgredir. Así como los
mojigatos sexuales pueden ser magníficos objetivos para un libertino o una sirena, el nuevo
mojigato se sentirá muy tratado por alguien con un lado peligroso o atrevido. Si deseas a una
persona de este tipo, no te engañes por sus juicios sobre ti o sus criticas. Ésta es sencillamente
una señal de lo mucho que la fascinas: estás en su mente. De hecho, a menudo podrás atraerla a
la seducción si le das la oportunidad de criticarte, o hasta de intentar reformarte. No te tomes a
pecho nada de lo que diga, por supuesto, pero tendrás la excusa perfecta para pasar tiempo con
ella, y a los nuevos mojigatos puedes seducirlos con tu simple contacto. Este tipo es en realidad
una víctima excelente y gratificante. Una vez que lo animas y logras que se desprenda de su
corrección, el sentimiento y la energía lo inundan. Incluso podría arrollarte. Tal vez tenga una
relación con alguien tan aburrido como él: no te desalientes. Simplemente está dormido, a la
espera de que lo despierten.
La estrella en decadencia. Todos queremos atención, brillar, pero en la mayoría de nosotros
estos deseos son fugaces y fáciles de enmudecer.
El problema de las estrellas en decadencia es que en cierto momento de su vida se vieron
convertidas en el centro de la atención —quizá fueron bellas, encantadoras y bulliciosas;
tal vez fueron atletas, o tuvieron otro talento—, pero esos días se han ido ya. Podría
parecer que han aceptado esto, pero el recuerdo de haber brillado una vez es difícil de
superar. En general, dar la impresión de desear atención, de tratar de destacar, no es bien
visto por la buena sociedad o en los centros de trabajo. Así que para llevar las cosas en
paz, las estrellas en decadencia aprenden a aplastar sus deseos; pero al no obtener la
atención que creen merecer, se vuelven rencorosas. Puedes reconocerlas por ciertos
momentos de descuido: de repente reciben atención en un escenario social, y eso las hace
brillar; mencionan sus días de gloria, y un pequeño destello titila en sus ojos; un poco de
vino en el sistema, y se ponen eufóricas.
Seducir a este tipo es simple: sólo vuélvelo el centro de atención. Cuando estés con él, actúa
como si fuera una estrella y te deleitaras en su fulgor. Hazlo hablar, en particular de sí
mismo. En situaciones sociales, apaga tus colores y déjalo parecer divertido y radiante en
comparación. En general, juega al encantador. La recompensa de seducir a estrellas en
decadencia es que despiertas emociones intensas. Ellas se sentirán sumamente agradecidas
contigo por dejarlas resplandecer. Cualquiera que sea el grado en se hayan sentido
aniquiladas y frustradas, aliviar ese dolor libera pasión y fuerza, en dirección a ti. Se
enamorarán locamente. Si tú mismo tienes tendencias de estrella o dandy, sería
recomendable que evitaras a estas víctimas. Tarde o temprano esas tendencias saldrán a la
luz, y la competencia entre ustedes será desagradable.
La principiante. Lo que distingue a los principiantes de los jóvenes inocentes ordinarios es
que son fatalmente curiosos. Tienen escasa o nula experiencia del mundo, pero han sido
expuestos a él de segunda mano, en periódicos, películas, libros. Puesto que consideran su
inocencia una carga, ansian que se les inicie en los usos del mundo. Todos los juzgan dulces
e inocentes, pero ellos saben que no es así: no pueden ser tan angelicales como la gente
cree.
Seducir a un principiante es fácil. Pero hacerlo bien requiere un poco de arte. A los
principiantes les interesan las personas con experiencia, en particular con un toque de
depravación y maldad. Da demasiada fuerza a ese toque, no obstante, y los intimidarás y
asustarás. Lo que ofrece mejores resultados con un principiante es una combinación de
cualidades. Tú mismo debes ser un tanto infantil, de espíritu travieso. Simultáneamente,
debe quedar claro que posees honduras ocultas, aun siniestras. (Este fue el secreto del
éxito de Lord Byron con tantas mujeres inocentes.) Inicias a tus principantes no sólo
sexual, sino también experiencialmente, exponiéndolas a nuevas ideas, llevándolos a
nuevos lugares, nuevos mundos tanto literales como metafóricos. No vuelvas inquietante ni
sórdida la seducción; todo debe ser romántico, aun el lado malo u oscuro de la vida. Los
jóvenes tienen sus ideales; es mejor iniciarlos con un toque estético. El lenguaje seductor
obra maravillas en los principiantes, como lo hace la atención a los detalles. Espectáculos y
eventos coloridos apelan a sus sentidos delicados. Son fáciles de engañar con estas tácticas,
porque carecen de experiencia para adivinar sus auténticos fines.
A veces son algo mayores y ya han sido educados, al menos un poco, en los usos del mundo.
Pero fingen inocencia, porque advierten el poder que ésta tiene sobre las personas
maduras. Estos son entonces principiantes afectados, conscientes del juego que practican,
pero principiantes al fin. Quizá sea menos fácil engañarlas que a los principiantes puros,
pero la manera de seducirlos es casi la misma: combina inocencia y depravación y los
fascinarás.
El conquistador. Los individuos de este tipo poseen un inusual monto de energía, que les
resulta difícil controlar. Invariablemente están al acecho de personas por conquistar,
obstáculos por vencer. No siempre los recorrerás por su aspecto: en situaciones sociales
podrían parecer algo tímidos, y tener cierto grado de reserva. No te fijes en sus palabras o
su apariencia, sino en sus actos, en el trabajo y las relaciones. Aman el poder, y lo
consiguen a como de lugar.
Los conquistadores tienden a ser emotivos, pero su emoción sólo brota en arranques,
cuando se les presiona. En materia de romance, lo peor que puedes hacer con ellós es
tumbarte y ser presa fácil; podrían sacar provecho de tu debilidad, pero pronto te
desecharán y saldrás perdiendo. Debes darles la oportunidad de ser agresivos, de vencer
alguna resistencia u obstáculo, antes de que piensen que te han abrumado. Tienes qué
concederles una experiencia de caza satisfactoria. Ser un poco difícil o irritable, servirte de
la coquetería, funcionará con frecuencia. No te acobardes por su agresividad y energía;
esto es justo de lo que puedes sacar partido. Para ablandarlos, déjalos embestir una y otra
vez, como toros. Se debilitarán al cabo, y se volverán dependientes, tal como Napoleón se
volvió esclavo de Josefina.
El conquistador suele ser hombre, pero también hay muchas conquistadoras: Lou
Andreas-Salomé y Natalie Barney están entre las más famosas sin embargo, las
conquistadoras sucumbirán a la coquetería, igual que ellos.
La fetichista exótica. A la mayoría nos excita e intriga lo exótico. Lo que distingue a los
fetichistas exóticos del resto de nosotros es el grado de ese interés, que parece gobernar
todas las decisiones de su vida. La verdad es que sienten un vacío interior y tienen una
fuerte dosis de autodesprecio. Les desagrada de dónde vienen, su clase social (usualmente
media o alta) y su cultura, porque se desagradan a sí mismos.
Este tipo es fácil de reconocer. Le gusta viajar; su casa está llena de objetos de lugares
remotos; fetichiza la música o arte de esta o aquella cultura extranjera. Suele tener una
fuerte vena rebelde. Evidentemente, la vía para seducirlo es ponerte como exótico; si no
pareces proceder al menos de un medio o raza diferente, o tener un aura extraña, no te
tomes la molestia. Pero siempre es posible acentuar lo que te vuelve exótico, convertirlo en
una especie de teatro para divertir a esta persona. Tu ropa, tus cosas, aquello de lo que
hablas, los lugares donde la llevas pueden hacer ostentación de tu diferencia. Exagera un
poco y ella imaginará el resto, porque este tipo tiende a autoengañarse. Aún así, los
fetichistas exóticos, no son particularmente buenos como víctimas. Sea cual fuere tu
exotismo, pronto les parecerá banal, y querrán algo más. Será una batalla sostener su
interés. También su inseguridad de fondo te mantendrá en vilo.
Una variación de este tipo es el hombre o mujer atrapado en una relación sofocante, una
ocupación banal, o bien, una ciudad sin alicientes. Es su circunstancia, a diferencia de una
neurosis personal, lo que hace que estos individuos fetichicen lo exótico; y estos fetichistas
exóticos son mejores víctimas que el tipo que se desprecia a sí mismo, porque puedes
ofrecerles un escape temporal de lo que los oprime. Nada, sin embargo, ofrecerá a los
verdaderos fetichistas exótico un escape de sí mismos.
La reina del drama. Hay personas que no pueden vivir sin un constante drama en su
existencia: es su manera de no aburrirse. El mayor error que puedes cometer al seducir a
las reinas del drama es llegar prodigando estabilidad y seguridad. Esto sólo hará que
salgan corriendo. Muy a menudo, las reinas del drama (y hay muchos hombres en esta
categoría) disfrutan de hacerse las víctimas. Quieren algo de qué quejarse, les gusta sufrir.
Sufrir es una fuente de placer para ellas. En esta coyuntura, tienes que estar dispuesto a y
en condiciones de impartir el nido trato mental que la persona desea. Esta es la única
manera de seducirla a fondo. Tan pronto como te vuelvas amable, ella encontrará alguna
razón para pelear o deshacerse de ti.
Reconocerás a las reinas del drama por el número de personas que las han herido, las
tragedias y traumas que las han agobiado. En un caso extremo, pueden ser muy egoístas y
antiseductoras, pero en su mayoría son relativamente inofensivas y serán magníficas
víctimas si puedes vivir con el sturm und drang. Si por alguna razón quieres algo a largo
plazo, tendrás que inyectar constante drama en tu relación. Esto puede ser para algunos
un reto apasionante y fuente de continua renovación de la relación. Sin embargo, deberías
ver un vínculo con una reina del drama como algo efímero y sólo una forma de dar un
poco de teatralidad a tu vida.
El profesor. Este tipo no puede salir de la trampa de analizar y criticar todo lo que se cruza
en su camino. Su mente está hiperdesarrollada y sobrestimulada. Aun si habla de amor o
sexo, lo hace con enorme reflexión y análisis. Habiendo desarrollado su mente a expensas
de su cuerpo, muchas personas de esta categoría se sienten físicamente inferiores, y lo
compensan imponiendo su superioridad mental a los demás. Su conversación suele ser
burlona o irónica; nunca sabes bien a bien qué dicen, pero sientes que te miran desde
arriba. Les gustaría huir de su cárcel mental, les agradaría lo puramente físico, sin
análisis, pero no pueden alcanzarlo por sí solas. Los profesores a veces establecen
relaciones con profesoras, o con personas a las que pueden tratar como inferiores. Pero en
el fondo anhelan que alguien los desborde con su presencia física: un libertino o una
sirena, por ejemplo.
Los profesores pueden ser víctimas excelentes, porque bajo su fortaleza intelectual
subyacen corrosivas inseguridades. Hazlos sentir Don Juanes o sirenas, aun en grado
mínimo, y serán tus esclavos. Muchos tienen una vena masoquista que saldrá a la luz una
vez que despiertes sus dormidos sentidos. Ofreces un escape de la mente, así que
complétalo bien: si tú mismo tienes tendencias intelectuales, escóndelas. Sólo alborotarán
el ánimo competitivo de tu objetivo y pondrán a trabajar su cabeza. Deja que tus
profesores conserven su sensación de superioridad mental, que te juzguen. Sabrás qué
intentan ocultar: que eres quien está al control, porque les das lo que nadie más puede:
estimulación física.
La bella. Desde muy temprana edad, la bella es mirada por todos. El deseo de verla de los
demás es la fuente de su poder, pero también de mucha infelicidad: ella está
constantemente preocupada de que sus poderes mengüen, de no atraer más la atención. Si
es honesta consigo, también cree que ser adorada únicamente por su apariencia es
monótono e insatisfactorio —y causa de su soledad. La belleza intimida a muchos
hombres, y prefieren venerarla de lejos; a otros les atrae, pero no precisamente para
conversar. La bella sufre de aislamiento.
Como padece tantas carencias, la bella es relativamente fácil de seducir; y si esto resulta,
te habrás hecho no sólo de una adquisición muy preciada, sino también de alguien que
dependerá de lo que le des. Lo más importante en esta seducción es valorar las partes de la
bella que nadie aprecia: su inteligencia (generalmente mayor de lo que la gente imagina),
sus habilidades, su carácter. Claro que también deberás idolatrar su cuerpo —no puedes
ocasionar inseguridades justo en el área que ella sabe que es su mayor fortaleza, y de la
que más depende—, pero adora asimismo su mente y su alma. La estimulación intelectual
surtirá efecto en la bella, pues la distraerá de sus dudas e inseguridades, y dará la
impresión de que valoras ese lado de su personalidad.
Dado que siempre es mirada, la bella tiende a ser pasiva. Pero su pasividad suele esconder
frustración: le gustaría ser más activa, y cazar un poco ella misma. Algo de coquetería
puede funcionar en este caso: en cierto momento de tu adoración, podrías volverte un poco
frío, invitándola a perseguirte. Enséñala a ser más activa y tendrás una víctima excelente.
La única desventaja es que sus muchas inseguridades requieren constante atención y
cuidado.
El niño viejo. Algunas personas se niegan a crecer. Quizá temen a la muerte o la vejez; tal
vez están apasionadamente apegadas a la vida que llevaron de niñas. A disgusto con la
responsabilidad, se empeñan en convertirlo todo en juego y recreación. Como veinteañeras
pueden ser encantadoras, como treintañeras interesantes; pero cuando llegan a los
cuarenta, comienzan a decaer.
Contra lo que podrías imaginar, un niño viejo no desea involucrarse con otro, aunque
podría parecer que la combinación aumenta las posibilidades de juego y frivolidad. El
niño viejo no quiere competencia, sino una figura adulta. Si deseas seducir a este tipo,
tendrás que estar preparado para ser el serio y responsable. Esto podría semejar una
extraña manera de seducir, pero en este caso da resultado. Debes dar la impresión de que
el espíritu juvenil del niño viejo te agrada (sería útil que en verdad fuera así); debes poder
compaginar con esto, pero seguir siendo al mismo tiempo el adulto indulgente. Al ser
responsable, dejas al niño en libertad de jugar. Actúa de lleno como adulto cariñoso, sin
juzgar ni criticar nunca su conducta, y se formará un fuerte lazo. Los niños viejos pueden
ser divertidos un rato, pero, como todos los niños, suelen ser muy narcisistas. Esto limita el
placer que es posible tener con ellos. Veelos como una diversión de corto plazo, o una
salida temporal para tus frustra-dos instintos parentales.
El salvador. A menudo nos atraen personas que parecen vulnerables o débiles; su tristeza o
depresión puede ser en efecto muy seductora. Sin embargo, hay personas que llevan esto
mucho más lejos, pues aparentemente sólo les atrae la gente con problemas. Esto podría
parecer noble, pero los salvadores suelen tener motivos complicados: con frecuencia poseen
una naturaleza sensible y realmente desean ayudar. Al mismo tiempo, resolver los
problemas de la gente les da una especie de poder, que disfrutan; los hace sentir superiores
y al mando. Esta es también la manera perfecta de distraerse de sus propios problemas.
Reconocerás a este tipo por su empatía: sabe escuchar e intenta lograr que te abras y
hables. Notarás asimismo que tiene un largo historial de relaciones con personas
dependientes y conflictivas.
Los salvadores pueden ser víctimas excelentes, en particular si te agrada la atención cortés
o maternal. Si eres mujer, haz de damita en apuros, y darás a un hombre la oportunidad
que muchos ansian: actuar como caballero. Si eres hombre, haz de muchacho incapaz de
enfrentar este mundo cruel; una salvadora te colmará de atenciones maternales,
obteniendo la satisfacción adicional de sentirse más poderosa y al mando que los hombres.
Un aire de tristeza atraerá a uno u otro género. Exagera tus debilidades, pero no con
palabras o gestos explícitos; que sientan que has recibido muy poco amor, que has tenido
una sarta de malas relaciones, que la vida te ha tratado mal. Habiendo atraído a tu
salvador con la oportunidad de ayudarte, podrás atizar el fuego de la relación con un
suministro permanente de necesidades y vulnerabilidades. También puedes invitar la
salvación moral: eres malo. Has hecho cosas malas. Necesitas una mano dura pero
bondadosa. En este caso, el salvador sentirá superioridad moral, pero también la emoción
vicaria de relacionarse con un sinvergüenza.
El disoluto. Este tipo se ha dado la gran vida y experimentado muchos placeres.
Probablemente tiene, o tuvo, mucho dinero para financiar su vida hedonista. Por fuera
tiende a parecer cínico y hastiado, pero su sofisticación suele ocultar un sentimentalismo
que él se ha empeñado en reprimir. Los disolutos son seductores consumados, pero hay un
tipo que puede seducirlos con facilidad: el joven e inocente. De grandes, añoran su
juventud perdida; al extrañar su inocencia malograda mucho tiempo atrás, empiezan a
codiciarla en otros.
Si quieres seducirlos, es probable que debas ser joven aún y hayas conservado al menos la
impresión de inocencia. Es fácil acentuarla: haz alarde de tu escasa experiencia del
mundo, de que sigues viendo las cosas como un niño. También es bueno hacer creer que te
resistes a las insinuaciones de los disolutos: considerarán vivificador y apasionante
perseguirte. Incluso podrías fingir que repugnas o desconfías de ellos; esto en verdad los
espoleará. Al ser quien se resiste, eres tú el que controla la dinámica. Y como tienes la
juventud que a ellos les falta, puedes mantener la delantera y hacer que se enamoren
perdidamente. A menudo serán susceptibles a enamorarse así, porque han aplastado sus
tendencias románticas tanto tiempo que cuando revientan, pierden el control. Nunca cedas
demasiado pronto, y jamás bajes la guardia; este tipo puede ser peligroso.
El idólatra. Todos sentimos una carencia interior, pero los idólatras tienen un vacío más
grande que la mayoría. Como no pueden sentirse satisfechos consigo mismos, van por el
mundo en busca de algo que adorar, con lo que llenar su vacío interno. Esto suele asumir
la forma de un gran interés en cuestiones espirituales, o en una causa que valga la pena; al
concentrarse en algo supuestamente elevado, se distraen de su vacío, de lo que les
desagrada en sí mismos. Los idólatras son fáciles de identificar: dirigen toda su energía a
una causa o religión. Con frecuencia deambulan durante años, pasando de un culto a otro.
La manera de seducir a este tipo es volverse simplemente su objeto de adoración, ocupar el
lugar de la causa o religión a la que está tan consagrado. Quizá al principio tendrás que
dar la impresión de compartir su interés espiritual, sumándote a su culto, o tal vez
exponiéndolo a una nueva causa; pero más tarde la sustituirás. Ante este tipo debes ocultar tus
defectos, o al menos darles lustre de piedad. Sé banal y los idólatras pasarán de largo. Refleja en
cambio las cualidades que ellos aspiran tener, y poco a poco transferirán a ti su veneración.
Manten todo en un plano elevado: que romance y religión se fundan.
Toma en cuenta dos cosas al seducir a este tipo. Primero, tiende a poseer una mente hiperactiva,
lo que puede volverlo muy desconfiado. Como suele carecer de estimulación física, y como ésta
lo distraerá, dale un poco: una excursión a las montañas, un viaje en lancha o sexo funcionará.
Pero eso implicará mucho trabajo, porque su mente siempre está en operación. Segundo, a
menudo padece de baja autoestima. No intentes aumentarla; él adivinará tus intenciones, y tu
esfuerzo por elogiarlo chocará con su concepto de sí. Es él quien debe adorarte, no tú a él. Los
idólatras son víctimas muy adecuadas a corto plazo, pero su incesante necesidad de indagación
los llevará a buscar finalmente algo nuevo que reverenciar.
El sensualista. Lo que caracteriza a este tipo no es su amor al placer, sino la febrilidad de sus
sentidos. A veces muestra esta cualidad en su aspecto: su interés en la moda, el color, el estilo.
Pero a veces eso es más sutil: como él es tan sensible, suele ser muy tímido, y no se atreverá a
destacar o ser extravagante. Lo reconocerás por lo receptivo que es a su medio, por no poder
estar en una habitación sin luz solar, porque lo deprimen ciertos colores o se agita con ciertos
aromas. Pero ocurre que este tipo vive en una cultura que desestima la experiencia sensual (con
excepción quizá del sentido de la vista). Así que lo que al sensualista le falta son justo
suficientes experiencias sensuales por apreciar y disfrutar.
La clave para seducirlo es apuntar a sus sentidos, llevarlo a lugares bellos, prestar atención a los
detalles, envolverlo en espectáculos y usar por supuesto muchos señuelos físicos. Los
sensualistas son animales, pueden ser incitados con colores y fragancias. Apela a tantos de sus
sentidos como sea posible, para mantener distraídos y débiles a tus objetivos. La seducción de
una sensualista suele ser fácil y rápida, y puedes usar una y otra vez la misma táctica para
mantenerlo interesado, aunque convendrá que varíes un poco tus atracciones sensuales, de
especie, si no es que de calidad. Así fue como Cleopatra influyó en Marco Antonio, un
inveterado sensualista. Este tipo puede ser una espléndida víctima, porque es relativamente
dócil si le das lo que desea.
El líder solitario. Los poderosos no necesariamente son diferentes a los demás, pero se les trata
diferente, y esto tiene un fuerte efecto en su personalidad. Los individuos que los rodean tienden
a ser aduladores y cortesanos, a tener un interés, a querer algo de ellos. Esto los vuelve
suspicaces y desconfiados, y un poco duros a primera vista, pero no confundas la
apariencia con la realidad: los líderes solitarios ansian ser seducidos, que alguien rompa su
aislamiento y los avasalle. El problema es que la mayoría de la gente se amilana demasiado
ante ellos para intentarlo, o usa la índole de táctica —halagos, encanto— que ellos
prefiguran y desprecian. Para seducir a este tipo, lo mejor es actuar como su igual, o
incluso su superior, y con la clase de trato que nunca recibe. Si eres franco con él,
parecerás auténtico, y eso le agradará: te interesa tanto que eres honesto, quizá aun con
cierto riesgo. (Ser franco con los poderosos puede ser peligroso.) Los líderes solitarios se
pondrán emotivos si se les inflige cierto dolor, seguido de ternura.
Este es uno de los tipos más difíciles de seducir, no sólo por su suspicacia, sino también
porque su mente está llena de preocupaciones y responsabilidades. Tiene menos espacio
mental para la seducción. Deberás ser paciente y astuto, llenando lentamente su cabeza de
ti. Sin embargo, triunfa y obtendrás inmenso poder, porque en su soledad él terminará por
depender de ti.
El género flotante. Todos tenemos una combinación de masculinidad y feminidad en
nuestro carácter, pero la mayoría aprendemos a desarrollar y exhibir el lado socialmente
aceptable, mientras reprimimos el otro. Los individuos del tipo género flotante sienten que
la separación de los sexos en esos distintos géneros es una carga. A veces se cree que son
homosexuales reprimidos o latentes, pero es un malentendido: bien pueden ser
heterosexuales, pero sus lados masculino y femenino fluctúan continuamente; y como esto
puede desconcertar a otros si lo muestran, aprenden a reprimirlo, llegando quizá a uno de
los extremos. En realidad les gustaría poder jugar con su género, dar plena expresión a
ambos lados. Muchas personas pertenecen a este tipo sin que sea evidente: una mujer
puede tener energía masculina, un hombre un desarrollado lado estético. No busques
señales obvias, porque este tipo suele encubrirse y mantenerse en secreto. Esto lo vuelve
vulnerable a una seducción intensa.
Lo que el tipo del género flotante realmente busca es otra persona de género incierto, su
equivalente del sexo opuesto. Muéstrale eso en tu presencia y podrá relajarse, expresar el
lado reprimido de su carácter. Si tú tienes la misma afición, éste es el único caso en que lo
mejor sería seducir a una persona de tu mismo tipo del sexo opuesto. Cada cual agitará
deseos reprimidos en el otro, y tendrá de repente la libertad de explorar toda clase de
combinaciones de género, sin temor a ser juzgado. Si no eres de género flotante, deja en
paz a este tipo. Sólo lo inhibirás y le causarás más molestias.

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